Cómo atraer más clientes a tu restaurante con estrategias online y offline
En España, hasta el 60 % de los restaurantes cierran antes de cumplir un año, y cerca del 80 % no llegan a los cinco. Así, sin anestesia. No es que falte talento en cocina ni ganas, es que montar un restaurante es una carrera de fondo con obstáculos, cuestas y algún que otro agujero trampa.
Hoy, tener buen producto y un local decente no basta. Hay que pelear cada mesa como si fuera la última. Y eso pasa por atraer clientes constantemente, combinando lo de toda la vida con lo digital, lo moderno con lo que ya funcionaba antes de que existiera Instagram.
Aquí tienes unas cuantas ideas, estrategias y truquillos para llenar el local. Vamos al lío.
Primero lo primero: la experiencia en el local
Vamos a empezar por el suelo, por lo que puedes tocar. Si tu local no está cuidado, si las mesas cojean y el baño da miedo, puedes tener el mejor Instagram del barrio, que no va a servir de mucho. Así que revisa bien:
¿Está limpio? Y no solo limpio para ti, que ya te has acostumbrado al olor a fritanga. Limpio de verdad.
¿La carta se entiende? ¿O parece escrita por alguien con prisa?
¿Los camareros son amables o parecen castigados?
La experiencia del cliente empieza desde que pasa por la puerta. O incluso antes. Que eso también lo veremos.
La fachada, el menú y la tiza milagrosa
Hay un arte antiguo que sigue funcionando como un reloj suizo: el menú escrito a tiza en una pizarra bien visible. Parece una tontería, pero si sabes jugar con el humor, el ingenio o simplemente con una oferta apetecible, la gente se para. Y si se para, mira. Y si mira… igual entra.
Frases como “Aquí se come mejor que en casa de tu suegra” o “Cerveza fría y croquetas calientes. Lo básico.” pueden funcionar. O no. Pero al menos te haces notar.
Redes sociales sin volverse loco
Pasamos al mundo digital. Lo primero: no hace falta estar en todas partes. No necesitas una cuenta de Twitch para tu bar de tapas, ni un canal de YouTube para mostrar cómo pelas ajos. Con tener bien trabajado Instagram y Google Maps, vas servido.
Instagram: visual y directo
Haz fotos buenas, sin postureo excesivo. La comida debe parecer apetecible, no una escultura abstracta. También puedes mostrar al equipo, el ambiente, alguna preparación curiosa. Y sí, algún vídeo de cocina en acción ayuda.
Publica con constancia, aunque sea dos veces por semana. Mejor poco y bueno que llenar el feed de cosas cutres. Y responde a los comentarios, hombre, que no cuesta nada.
Google Maps: el rey de las reseñas
Este es el gran olvidado por muchos, pero donde más gente busca sitios para comer. Asegúrate de tener tu ficha actualizada, con horarios reales, fotos decentes y buenas reseñas.
¿Y cómo se consiguen reseñas? Fácil: pidiéndolas. Eso sí, con gracia. Un cartelito simpático al lado de la caja o un QR en la carta que diga: “Si te ha gustado, díselo a Google. Si no, dísnoslo a nosotros primero 😉”.
Publicidad, pero bien pensada
Puedes invertir un poco en publicidad, claro. Pero que no sea tirar billetes al aire.
Con Meta Ads (lo que antes era Facebook Ads) puedes segmentar anuncios para la gente que vive o trabaja cerca. ¿Que tienes menú del día? Promociónalo entre semana a quienes están a menos de un kilómetro. ¿Que haces brunch los domingos? Pues anúncialo el jueves o viernes, cuando la gente empieza a hacer planes.
Google Ads también tiene su miga, pero cuidado: si no sabes lo que haces, es fácil gastar sin ver un solo cliente nuevo. En estos casos, más vale ir con alguien que sepa.
Colaboraciones locales
Volvemos al mundo offline. Tu barrio está lleno de gente con la que puedes hacer piña. Desde la tienda de flores de la esquina hasta el estudio de yoga que hay dos calles más allá. Piensa en colaboraciones creativas:
¿Un menú especial para alumnos del gimnasio?
¿Un postre gratis si vienes con una entrada del teatro local?
¿Descuento para empleados del coworking de al lado?
Estas cosas funcionan porque conectas con gente real, cerca de ti. Y muchas veces, el boca a boca arranca ahí.
Eventos y experiencias
La gente no siempre sale solo a comer. A veces quiere pasar un buen rato. Así que, si puedes, ofrece algo más:
Catas de vino con maridaje
Noche de tapas con música en directo
Clases de cocina un lunes por la tarde (ideal cuando el local está más vacío)
No te hace falta un espectáculo con fuegos artificiales. Con un poco de creatividad y ganas, ya tienes la mitad del camino hecho.
Fidelizar, no perseguir
Vale más un cliente que vuelve que diez que pasan y no regresan. Así que piensa cómo hacer que repitan. Y no, no todo es dar descuentos. A veces, un trato cercano, recordar su nombre o invitarles a una tapa basta.
También puedes probar con sistemas de puntos o tarjetas tipo “a la décima visita, una caña gratis”. Eso engancha. Y si encima lo haces con una app sencilla, mejor aún.
Cuida los detalles
Los pequeños gestos cuentan más de lo que parece. Un vaso de agua sin pedirlo. Un “¿todo bien?” sincero. Una cuenta que llega con un caramelo o un chupito. Cosas que no cuestan mucho y que se recuerdan.
Recuerda que hoy todo se comparte. Una buena experiencia se traduce en una foto en redes, una reseña, una recomendación. Lo mismo pasa al revés, claro. Así que pon mimo en lo que haces. Incluso en lo que no parece importante.
Lo que no se mide, no mejora
Puede sonar a frase de coach de LinkedIn, pero es verdad. Mira qué platos se piden más. A qué hora entra más gente. Qué publicaciones tienen más likes. Qué días te va mejor. Analiza. Aunque sea con papel y boli.
Porque así verás qué funciona y qué no. Y podrás mejorar sin hacer el pino.
En resumen
Atraer más clientes no es cuestión de suerte. Es cuestión de estrategia, de cariño por lo que haces y de saber moverse un poco en todos los frentes. Combina lo digital con lo físico, lo moderno con lo tradicional. Sé constante, sé auténtico y, si puedes, sé un poco divertido también.
Y recuerda: en el marketing, como en la cocina, no hace falta complicarse si los ingredientes son buenos.
Y si necesitas ayuda para visibilizar tu negocio, péganos un toque 😉.
