9 errores comunes en diseño gráfico

9 errores comunes en diseño gráfico que hacen que tu marca parezca poco profesional

No hace falta ser diseñador para notar cuando algo está mal diseñado. Lo que pasa es que muchas veces, quienes crean su marca por su cuenta o encargan diseños a su primo el que usa Canva, no se dan cuenta de lo que está fallando. Y eso tiene consecuencias: poca confianza, poca claridad y, en muchos casos, menos ventas.

Vamos a ver cuáles son los errores más habituales que afean una marca. Y cómo evitarlos. Si reconoces alguno, no te preocupes: todo se puede corregir.

1. Usar demasiadas tipografías

Una para el título, otra para el cuerpo, otra para los botones, otra porque te gustaba. Al final, parece una feria. Y una feria no es precisamente el mejor ejemplo de coherencia visual.

Lo ideal es usar dos, como mucho tres. Una para titulares y otra para texto. Y que se entiendan bien. No uses tipografías demasiado finas si tu fondo es claro, ni tampoco letras con muchos adornos que dificulten la lectura.

Además, las tipografías también comunican estilo. No es lo mismo una letra con remates clásicos que una sans serif moderna. Pregúntate qué transmite tu elección. ¿Seriedad? ¿Creatividad? ¿Formalidad? ¿Desorden? Todo suma.

2. Colores sin criterio

Si tu marca parece un arcoíris sin control, mal. Y si los colores no combinan o no transmiten nada relacionado con tu sector, peor. Los colores generan sensaciones. El azul suele asociarse con profesionalidad y confianza. El verde con naturaleza. El rojo con energía y urgencia. ¿Tu combinación tiene sentido o está puesta al azar?

No hace falta ser experto en teoría del color, pero al menos hay que elegir una paleta con sentido y mantenerla. Usa herramientas como Coolors o Adobe Color si te cuesta combinarlos. Y recuerda: menos es más. Tres o cuatro colores bien usados valen más que diez desordenados.

Y algo importante: asegúrate de que tus colores funcionen también en escala de grises. Porque puede que tu diseño se imprima en blanco y negro o se vea en una pantalla poco nítida.

3. Logos con efectos innecesarios

Sombras, degradados, biseles, brillos… todo junto. El logo termina pareciendo un Wordart de 2003. Un buen logo debe ser sencillo, reconocible y funcionar en blanco y negro. Si necesita adornos para llamar la atención, es que no está bien pensado.

Un logo no tiene que contar toda tu historia. Tiene que ser un símbolo, un identificador. Cuanto más limpio, mejor. Y cuanto más versátil, más útil. Que funcione en pequeñito, que se pueda bordar, grabar o imprimir sin perder calidad.

Si tu logo no cumple con eso, plantéate rediseñarlo. No se trata de seguir modas, sino de tener una base sólida que dure años.

4. Imágenes pixeladas o de baja calidad

Esto se ve a la legua. Da sensación de descuido. Si usas fotos, que estén bien iluminadas, enfocadas, y en buena resolución. Si usas gráficos o iconos, que no estén estirados ni borrosos.

Hay bancos de imágenes gratuitos como Unsplash o Pexels que te pueden sacar de un apuro. Y si puedes hacer tus propias fotos, mejor. Siempre transmiten más cercanía que las típicas imágenes de archivo.

Cuidado también con la compresión. No por subir una imagen más ligera debes sacrificar la calidad. Hay herramientas como TinyPNG que reducen el tamaño sin perder nitidez.

5. No adaptar el diseño a diferentes formatos

Lo que se ve bien en Instagram, no siempre funciona igual en una tarjeta de visita o en una web. Cada soporte tiene sus normas. Si tu logo es legible solo en grande, o si los textos se cortan en el móvil, necesitas ajustar el diseño.

Piensa en tu diseño como algo flexible. Ten versiones horizontales, verticales, simplificadas. Y asegúrate de que tu identidad se mantiene, aunque cambie el soporte.

Esto también aplica al contenido. Un mismo mensaje no se comunica igual en un folleto, en una historia de Instagram o en una firma de correo. Hay que adaptarlo.

6. Usar plantillas sin personalizarlas

Las plantillas están bien para empezar, pero hay que adaptarlas. Si tu post en redes se parece al de otros cinco negocios, no destacas. Cambia colores, tipografías, iconos. Ajusta el contenido al tono de tu marca.

Copiar sin modificar da sensación de poca identidad. Y la identidad es lo que hace que te recuerden. Está bien inspirarse, pero la personalización es lo que marca la diferencia.

Además, muchas plantillas están pensadas para verse bonitas, no para comunicar. Ajusta el diseño a lo que necesitas decir. A veces, menos florituras y más claridad.

7. Mala jerarquía visual

Cuando todo está al mismo nivel, nada destaca. Hay que guiar la vista. El título tiene que notarse, lo importante debe ir arriba o en grande, y los detalles pueden ir más pequeños. Si todo grita, nadie escucha.

Organiza la información para que sea fácil de entender en segundos. Eso marca la diferencia. Divide por bloques, usa colores de fondo si hace falta, deja espacio entre elementos. El espacio en blanco también comunica.

Una jerarquía bien hecha permite que alguien que solo eche un vistazo rápido capte lo esencial. Y eso es clave cuando tienes poco tiempo para convencer.

8. Falta de coherencia entre piezas

Una cosa es el estilo de tu web. Otra el de tus tarjetas. Otra el de tus posts. Y otra el de tu newsletter. Si no hay un hilo conductor, tu marca se diluye. La gente no sabe si eres tú o si se ha confundido de cuenta.

Crea una pequeña guía visual con colores, tipografías y estilos. No hace falta un manual de cien páginas. Basta con que todo tenga el mismo aire. Y si trabajas con más personas, asegúrate de que todos la sigan.

La coherencia da profesionalidad. Y ahorra tiempo, porque ya sabes por dónde ir cada vez que diseñas algo nuevo.

9. Ignorar la legibilidad

Esto es básico. Si el texto no se lee bien, da igual lo bonito que sea el diseño. Colores que no contrastan, letras demasiado finas, textos encima de imágenes sin fondo… todo eso complica la lectura.

Haz pruebas. Léelo en el móvil, en el ordenador, al sol. Y pregúntate: ¿lo entendería alguien que no sabe nada de mí?

Y si vendes algo, asegúrate de que lo importante se vea claro: el precio, el nombre del producto, cómo comprar. Cuanto más fácil lo pongas, mejor.

¿Tu marca no transmite como debería? Contacta con nosotros.

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